El presidente de la Cámara de Representantes de Carolina del Norte, Destin Hall, y el líder del Senado, Phil Berger, parecen ser los políticos más despreocupados del estado. Ya han pasado meses de retraso sin aprobar un presupuesto estatal completo, casi tres meses tarde, y sin planes de hacerlo pronto. La falta de liderazgo republicano ha dejado al gobierno funcionando con “mini-presupuestos”, medidas temporales que no solucionan los grandes problemas que enfrentan las familias de Carolina del Norte.
Esta parálisis política tiene graves consecuencias. Los maestros siguen mal pagados, con Carolina del Norte en el puesto 43 a nivel nacional en salarios docentes. El gobernador Josh Stein ha pedido aumentos salariales del 10%, pero los republicanos del Senado se niegan a aprobarlos. Mientras tanto, los estudiantes sufren las consecuencias de la falta de inversión en educación.
Además, miles de personas podrían perder acceso a atención médica. Los recortes federales al Medicaid y al ACA (Obamacare) ponen en riesgo a cientos de miles de personas, y los legisladores republicanos del estado siguen sin aprobar fondos para compensar esas pérdidas. Sin este apoyo, los hospitales podrían cerrar, los trabajadores de la salud podrían perder sus empleos, y las familias con miembros con discapacidades podrían quedar sin servicios esenciales.
En lugar de resolver la crisis presupuestaria, Berger y Hall siguen jugando con la política electoral, incluso amenazando con redibujar los distritos para favorecer a los republicanos en 2026. Mientras tanto, Carolina del Norte se convierte en uno de los dos únicos estados del país sin un presupuesto aprobado tres meses después del inicio del año fiscal.
Los mini-presupuestos pueden mantener al gobierno a flote, pero no pueden reparar los daños reales que la inacción política está causando. Carolina del Norte necesita un presupuesto completo para garantizar educación de calidad, acceso a la salud y estabilidad para todas las comunidades.