El Congreso avanza de frente hacia un cierre del gobierno después de que el Senado rechazara un par de proyectos de ley de gasto temporales, incluido uno “limpio” propuesto por los republicanos para mantener el gobierno funcionando por siete semanas mientras los encargados de asignaciones negocian un acuerdo a largo plazo.
Los legisladores estarán fuera de la ciudad la próxima semana y volverán justo en la víspera de la fecha límite, lo que genera dudas sobre si habrá alguna posibilidad de evitar el cierre cuando regresen.
Hace casi siete años, Trump y el GOP provocaron el cierre más largo en la historia de EE.UU. (35 días) por su insistencia en incluir fondos para construir el muro fronterizo. Ese esfuerzo fracasó cuando la falta de controladores aéreos causó cancelaciones y retrasos de vuelos, obligando a Trump a reabrir el gobierno.
Además, los demócratas insisten en que cualquier paquete de financiamiento incluya una extensión de los subsidios de primas de seguros médicos bajo la ACA. Si expiran, las primas aumentarían. Por ahora, no se ha pronunciado sobre los subsidios de la ACA. Si lo hace, podría complicar las negociaciones, especialmente si exige extenderlos.
No son solo los demócratas quienes han tenido que enfrentar un giro táctico de 180 grados en la disputa actual. Ante las quejas del ala derecha de su conferencia, el presidente de la Cámara, Mike Johnson, prometió el año pasado no volver a aprobar una resolución continua para financiar al gobierno. Sin embargo, el viernes logró impulsar la segunda medida provisional respaldada por los republicanos en 2025.
El papel de Trump en los días previos al 30 de septiembre, fecha límite del cierre, es la incógnita. Pero si se impacienta o no le gusta la dirección de las negociaciones, podría intervenir con fuerza, como lo ha hecho antes.
De un lado está el partido minoritario, usando la poca influencia que tiene —un inminente plazo para la financiación del gobierno— para impulsar prioridades que no puede aprobar de otra manera. Del otro lado está la mayoría, insistiendo en que una prórroga de financiación a corto plazo no es el lugar para negociar.
Si eso suena familiar, es porque un escenario así se ha repetido decenas de veces en el Capitolio durante la última década y media, generalmente con los republicanos presionando por concesiones de política y los demócratas insistiendo en una medida provisional “limpia.”