Donald Trump ha retomado la promesa de enviar cheques de reembolso de hasta $2,000 a los estadounidenses en 2026, asegurando que los fondos provendrían de los ingresos generados por los aranceles. Sin embargo, la propuesta carece de un plan concreto y enfrenta importantes obstáculos legales y políticos que ponen en duda su viabilidad.
Durante los últimos meses, Trump ha presentado la idea como parte de su discurso económico, argumentando que los aranceles podrían utilizarse para “devolver dinero” a las familias estadounidenses. La propuesta ha sido promovida en un contexto de presión por el alto costo de vida y de intentos por mostrar beneficios directos de su política comercial.
Aun así, la Casa Blanca no ha detallado cómo se estructurarían estos pagos ni quiénes serían elegibles. Uno de los principales factores de incertidumbre es una decisión pendiente de la Corte Suprema sobre si el presidente tiene la autoridad para imponer aranceles amplios bajo la legislación actual. Un fallo adverso podría debilitar o eliminar la base legal que sustenta la propuesta de los cheques.
Desde el propio gobierno se han emitido mensajes contradictorios. Funcionarios del Departamento del Tesoro han señalado que cualquier reembolso directo requeriría la aprobación del Congreso, mientras que otros asesores económicos han sugerido que los ingresos por aranceles serían suficientes para financiar los pagos sin afectar otras áreas del presupuesto federal.
En el Congreso, la propuesta tampoco cuenta con un respaldo claro. Algunos legisladores republicanos han expresado que, en lugar de emitir cheques, los ingresos adicionales deberían destinarse a reducir el déficit y la deuda nacional. Esta falta de consenso complica aún más la posibilidad de que el plan avance.
Economistas también han planteado preocupaciones sobre el impacto de estos pagos en la inflación, advirtiendo que transferencias directas de dinero podrían elevar los precios si no van acompañadas de cambios estructurales en la economía. Funcionarios de la administración han rechazado esas críticas, argumentando que se trataría de una medida puntual y no de un programa permanente.
Adicionalmente, el 17 de diciembre, Donald Trump anunció que enviará cheques de 1,776 dólares a los miembros del ejército estadounidense en honor a la fundación del país, llamando a este pago el “Dividendo del Guerrero”. Según Trump, 1,450,000 militares recibirán este suplemento antes de Navidad, financiado gracias a los ingresos de los aranceles. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, indicó que se pagarán 2.6 mil millones de dólares como un “suplemento único de la asignación básica de vivienda” a los miembros del ejército elegibles, beneficiando a unos 1.28 millones del componente activo y 174,000 de la reserva. El pago busca mejorar la calidad de vida y la vivienda de los militares y sus familias. Aún no se extenderá más allá de los 1,4 millones de miembros que se espera que lo reciban.Por ahora, los cheques de reembolso siguen siendo una promesa política más que una política pública definida. Sin un plan detallado, sin aprobación legislativa y con una decisión judicial clave aún pendiente, el futuro de estos pagos permanece incierto.



